Bienvenidas asimétricas: Respuestas de América Latina y el Caribe a la migración venezolana y nicaragüense

El repentino movimiento masivo de personas que huyen de las crisis políticas y económicas en Venezuela, y los disturbios políticos en Nicaragua, ha transformado el panorama migratorio en América Latina y el Caribe. Aproximadamente 4.8 millones de venezolanos habían emigrado hasta diciembre del 2019, la gran mayoría de los cuales se asentaron en la región, y hasta 100,000 nicaragüenses se habían mudado a la vecina Costa Rica a principios de 2018.

Este reporte examina cómo once países—Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, México, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay—están respondiendo a flujos masivos de inmigración. Basándose en un extenso trabajo de campo y entrevistas con funcionarios gubernamentales y representantes de organizaciones no gubernamentales, grupos dirigidos por migrantes y actores internacionales, el estudio analiza los esfuerzos para regularizar a los migrantes recién llegados e integrarlos en las escuelas, los sistemas de atención médica y mercados laborales.

En general, los países receptores de migrantes han mostrado apertura e incluso creatividad al regularizar a muchos y proporcionar acceso a educación básica y atención medica de emergencia para la mayoría. Pero a medida que el éxodo continúa, y queda claro que es probable que un gran número de venezolanos permanezcan en sus países de acogida a mediano y largo plazo, su bienvenida ha empezado a ser menos cálida en algunos lugares. Las limitaciones de capacidad de muchos sistemas de educación y salud, que ya existían antes de la llegada de los migrantes, también se ha agudizado.

Mirando hacia el futuro, el reporte propone una serie de recomendaciones tanto para los países receptores como para la comunidad internacional. Entre ellas: equilibrar la seguridad y la flexibilidad en los requisitos de entrada; fortalecer los sistemas de asilo y otras vías legales más ágiles; y agilizar el reconocimiento de credenciales para que las habilidades de los migrantes puedan beneficiar a las comunidades y economías locales.

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